9.15.2005

Telempatía: Una utopía perfecta

Usted, desocupado lector, ¿sería capaz de sacrificar su conciencia individual en pro de una conciencia más grande? Piénselo: Sale a la calle, y se topa con que, de repente, puede adivinar el pensamiento del tipo que tiene al lado. Interesante, ¿no? Ahora usted está en ventaja frente al pobre ser humano cuya barrera de privacidad mental ha sido violada por un desconocido. Pero imagínense que esto no se detiene ahí, sino que de pronto, este completo extraño puede a su vez adivinar todos sus pensamientos. Sabe exactamente todos tus gustos, conoce todas tus emociones, haga lo que haga, piense lo que piense, él lo pensará con la misma velocidad con la que usted lo hace. Tenemos entonces un vinculo “telempático” hipotético. ¿Qué sucedería? Dadas las circunstancias, habría pudor, el más puro pudor entre usted y el desconocido, que, a propósito, ya no es para nada desconocido, sino todo lo contrario. Habría quizás desconfianza, pero definitivamente sería una cosa pasajera, no tendría sentido alguno, ya que no existiría la posibilidad de ocultarle ninguna intención. Al pasar el tiempo, las diferencias entre usted y su vinculo “telempático” se irían desvaneciendo poco a poco, porque usted comprendería perfectamente las motivaciones del otro, y viceversa, sus mentes comenzarían lentamente a fundirse, comenzarían a confundir la barrera entre usted y él, y este proceso culminaría inminentemente en una completa fusión de las personalidades y las mentes, comenzarían a actuar de forma coordinada, en beneficio de los dos, actuarían como si fueran una sola persona, de hecho, SERÍAN una sola persona, pero con dos cuerpos. Ahora imagine que usted, que posee dos cuerpos situados en lugares diferentes, sale a la calle (con alguno de sus cuerpos, no sé cuál, elíjalo usted mismo) y se da cuenta de que puede leerle la mente a la persona que está al lado. ¿Curioso, no? Tiene ahora una nueva adquisición en su red “telempática”, pero eso no es todo, de pronto comienza a leerle la mente al tipo que está del otro lado de la calle, y luego al que está en el piso de arriba viendo televisión, y al que está cogoteando a esa pobre abuelita en ese callejón oscuro, y a la abuelita, y al paco que se está haciendo el weon porque el cogotero le va a pasar algo de plata después, y a un gran empresario que explota de sobremanera a sus trabajadores, y a sus trabajadores, y a todo el mundo. Todo el mundo con pudor, todo el mundo con desconfianza, todo el mundo tarde o temprano abandonando esa desconfianza, todos entendiendo perfectamente a todos, todos fundiéndose, todos siendo uno solo, pero con miles de millones de cuerpos.
Imagínelo... de seguro así empezaron las células, o más aún, los átomos, pero ellos evolucionaron. Mezclaron sus conciencias individuales (no es propósito de este texto discutir si las células o los átomos tienen o no conciencia) para formar una única conciencia mayor. ¿Qué cree usted? ¿Estaría dispuesto a suprimir su identidad, a regalarla? ¿Se siente bien con lo que es? Quizás alguna vez sus células tuvieron que tomar una decisión similar para poder ser lo que es usted ahora. ¿Sería algo malo? Quizás es la siguiente escala evolutiva (ojo, dije escala, no peldaño).