11.24.2008

Sueño VI: La génesis de mi propio súper-héroe extraño (y cómo algunos van quedando atrás)

Parte I: Cuéntanos tu experiencia.

La casa a donde nos fuimos a meter era bien extraña, pero no lo parecía para nada, ni siquiera cuando era anormal, porque su rareza la sentías por dentro, una vez que entrabas, una vez que te seducía... con el cómodo colchón, con la tele, el baño amplio y limpio, una vez que no recordabas hace cuánto tiempo estabas allí, ni por qué habías entrado. En un principio fue un grupo grande el que llegó a la casa aquél día, pero solo dos nos quedamos. No puedo recordar por qué. Por qué nosotros y los otros no. Quizás era una suerte de destino.

De pronto comenzaban los ataques. No eran paranormales, porque dentro de la casa nada se oía ni se movía. Era tu mente la que te empezaba a mostrar cosas. Era como si de pronto fueras capaz de sintonizar los recuerdos del lugar. Tus sentidos dejaban de ser tuyos por un rato y no era solo lo que veías, era un conjunto perceptual completo. Incluso algunos sentimientos ajenos se te podían colar a veces por la espina dorsal.

Metáforas. Cosas... imágenes, sabores, olores. Aparentemente inconexas, pero que en el momento lo eran todo. Eran la existencia. La existencia que había sido pasada por un colador, y se le había filtrado todo lo bueno. Era peor que la peor incertidumbre existencial. Era peor que la peor impotencia. También era peor que la peor de las culpas... iba in crescendo. Al final de todo llegaron a buscarnos.

Sea lo que sea que haya ocurrido ahí dentro, fue lo que me hizo cambiar. Quizás lo habría hecho tarde o temprano, porque mi amigo pasó por lo mismo, pero no salió más de la casa. O quizás tuve suerte, porque recuerdo que me pude escabullir cuando lo encontraron y concentraron su atención en él. Es poco lo que recuerdo de la huída, porque aún luchaba contra las visiones, pero sabía que habían entrado en la casa hace poco, porque tuve que evitarlos para poder escapar. Es probablemente lo único de lo cual estoy de verdad conciente de esa mañana... o tarde. Recuerdo luz, pero no sé qué hora era. Lo que sí recuerdo es que aún escuchaba gritos mientras volaba sobre el parque y miraba los árboles pasar por debajo.

Mientras me alejaba pensaba “lo logré, logré lo que millones han deseado por tanto tiempo; estoy volando”. De cierta forma evadía todos los recuerdos, tal vez era parte del efecto amnésico de la casa, pero los gritos ya no me preocupaban más, el alivio de haber salido de ahí, de tener mis propios sentidos de vuelta y el hecho de recibirlos con aquél hermoso fenómeno extraño... en el momento podían más que los gritos. Pero aún sueño con ellos a veces.
Recuerdo que ejecuté el impulso, casi como una acción refleja, pero jamás tuve decisión sobre el trayecto del vuelo. Era como si el cielo se acercara a mí en lugar de yo estar proyectándome hacía él.
Creo que fue tal la claridad mental que sentí en aquel momento, que verlos llegar a ustedes no me pareció para nada extraño... fascinante sí, pero no desconocido, no inquietante, como resulta cualquier experiencia ajena. Tal vez la casa me hizo indolente. Pero no era eso lo que sentía. Sentía que no había por qué temer, sentía que entendía sus naturalezas con solo mirarlos, por sus miradas y su forma de caminar. Sabía que me llevarían, pero sabía que estaba bien.

Parte II: ¿Cuál es tu gracia?

Bajo tierra, los súper-héroes se pasean por sus instalaciones en compañía del nuevo integrante, un chico que recogieron por ahí después de una gran conmoción en un barrio residencial.

- Pero no entiendo bien. ¿Lo que tú tienes es algo así como súper velocidad?
- No sabría decirlo – responde el muchacho. Mientras tanto uno de los súper-héroes más viejos saca una moneda de su bolsillo y la arroja hacia adelante, diciendo atrápala. Y sin que nadie se dé cuenta exactamente bien de qué es lo que sucede, la moneda es atrapada por el puño del chico.
- Wow, eso fue rápido – declara el súper-héroe más joven.
- No es velocidad lo que el chico empleó para atraparla – declara el más sabio- la naturaleza del movimiento es compleja de percibir para nuestras mentes acostumbradas a planos espaciales estáticos. Lo que el chico produce es una deformidad en el espacio con la cual la moneda queda al alcance de su mano. Su velocidad es la misma, lo que cambia es la distancia. Chico, muéstranos la moneda.

El muchacho abre el puño, y para sorpresa de todos los súper-héroes, menos del viejo, la moneda se ha vuelto considerablemente más pequeña.

- Ok, ahora, ¿qué explicación tiene eso? - Pregunta el joven héroe.
- Esto se pone cada vez más interesante; este chico puede doblar la distancia existente entre él y su entorno, y al hacerlo se ve afectada la geometría de este, aparentemente en función de la perspectiva con la que él lo ve. Nunca había visto una distorsión así. Fascinante.
- ¿Qué se supone que significa eso?
- Piénsalo de esta forma. Cuando tratas de tapar el sol con un dedo, es como si el sol fuera diminuto, de forma tal que basta un dedo para cubrirlo completamente. Quizás este chico sea capaz de cubrirlo de verdad.
- Ah, eso.

Parte III: Fin.

Próximamente: Parte IV: Tapar el sol con un dedo.