5.04.2006

Revolución Personal

Toma el control, cambia el canal, come mierda, mientras ves televisión. No es difícil, podría decirse que estamos entrenados para ello, o quizás lo llevamos en los genes. Mira por la ventana, mira el mundo, y procura no verlo, no entenderlo, y todo va a estar bien, de maravilla, porque no va a suceder absolutamente nada, nunca. Comerciales, comerciales, los comerciales te insinúan y te demuestran que eres un comprador fácil, al igual que todos los que conoces, basta un par de “compre ahora” o “llame ya” para que compres ahora o que llames ya, basta que un amigo se ponga algo estúpido encima para que ese algo pase de ser estúpido a “estéticamente interesante”. Las campañas electorales nos tratan como imbéciles, y lo más triste es que funcionan. Los noticiarios nos cuentan el significado de nuestras tradiciones. Más y más comerciales, las noticias: las tetas de la modelo argentina, otro cura pederasta, tres accidentes automovilísticos y miles de mujeres y niños muertos en medio oriente, es que todos ellos eran peligrosos para sí mismos, para la libertad y sobre todo para el petróleo, pobrecito petróleo, lo tratan tan mal. Coimas, La cara de vampiro de Longuería mañoseando porque no lo dejan tener ministros en la corte suprema, copuchas, más tetas y culos, y de los culos pasamos a los tipos descuartizados, asesinatos, delincuencia, tomas de terreno, y devuelta a comerciales...

Mira por la ventana, mira el mundo... Tiene algo raro..., por alguna misteriosa razón..., no se parece al de la tele.

De alguna u otra forma todos somos así, todos caemos en esto, en mayor o en menor grado, y lo más terrible es que ninguno, pero absolutamente ninguno, tiene una solución. Ninguno, pero absolutamente ninguno tiene una iniciativa realmente útil. Lo que nos unifica a todos, es que nadie hace algo por cambiar la forma en que se ha desarrollado nuestra cultura (bien, encontré una manera no trillada de decir “sistema”). Talvez algunos puedan decir, “yo lo he intentado” o “yo lo estoy intentando”, pero nadie lo ha logrado, y seamos sensatos, ha habido revoluciones, dictaduras, democracias, resistencia mediática, resistencias intelectuales de todo tipo, resistencia cultural, y ninguna ha funcionado de verdad, y no me vengan con que los granitos de arena, ¿se han puesto a contar cuantos granitos de arena hay en una playa? Háganlo y luego hablamos de granitos de arena. No digo que sea imposible cambiar nuestra “situación”, pero así como vamos...

¡Pero, compañero, no sea tan pesimista! Los fachos le dirán luego que es usted un resentido social, ¡mejor haga algo útil y acompáñeme a la marcha por los derechos del caracol con sal!... Sinceramente ¿qué es lo que buscamos al salir a la calle a marchar? Ser escuchados, ¿no es así? Buscamos hacer ruido, buscamos llamar la atención, y no lo digo como algo negativo, las autoridades son expertas en hacerse las sordas frente a las peticiones de la gente. Aún así, las marchas me decepcionan, y mi crítica respecto a ellas radica en el hecho de que al marchar, no siempre buscamos conseguir algo concreto. Queremos ser escuchados, sin embargo, muchas veces nos topamos con que, a la hora de tener la atención sobre nosotros, no tenemos nada que decir. Las cosas que pedimos son casi tan parches como las soluciones parches que nos proponen las autoridades: pedimos PSU gratis, pedimos pase escolar gratis, pedimos muchas cositas para alivianar el bolsillo, y nunca se nos ha ocurrido pedir educación gratis, y hacer pareja de una vez por todas la distribución de la riqueza cultural, que es tanto o más importante que la económica. Ese me parece un buen motivo para destruir la vía publica, eso es algo que en verdad causa ira, no el hecho de que nos cobren mucho por llegar a nuestras escuelas (que también es algo malo, no quiero defender las limitaciones impuestas por el ministerio), sino el hecho de que lo que nos dan en nuestras escuelas depende de cuanto dinero tengamos, y el hecho de que este ingenioso mecanismo está pensado así porque simplemente no quieren darle educación a todo el mundo (más que por el hecho de lucrar con ella), quieren mano de obra barata. Por eso me desilusionan las marchas, porque por motivos como este, nunca se hacen, y no se hacen porque en verdad no entendemos la manera en que vivimos, no entendemos la manera en que nos están haciendo vivir.

Estamos, bajo una opresión incluso peor que la más compacta de las celdas, en una verdadera cárcel mental, que limita más que nuestras acciones: limita nuestras ganas de actuar, y perpetua este modelo social. Estamos cómodos, ¿para qué moverse si podemos aguantar y pasarlo bien, beber gran diversidad de bebidas alcohólicas, bailar reketón, y consumir muchos otros tipos de droga? No tenemos un horizonte ideológico definido, ni de ningún otro tipo tampoco. Nos sentimos bien llevando esta vida y nos hacemos los tontos frente a la posibilidad explícita (en contraste a nuestra realidad) de una vida sin peldaños sociales que fraccionan nuestra cultura.
Hay algo que no estamos viendo, hay algo explícito que no nos está afectando como debería, hay injusticias que nos hacen solo molestarnos, en vez de causarnos profunda ira.

De vez en cuando nos juntamos a conversar sobre lo mal que está el mundo, y resulta que en esos momentos, todos tenemos una noción clarísima de qué es lo qué está mal, incluso se nos pueden llegar a ocurrir soluciones brillantes, pero aún así no pasa nada. Todos prometemos salvar el mundo y nadie lo hace, y si todos seguimos chocando contra el mismo muro y nadie encuentra un camino, quiere decir que estamos peligrosamente ciegos, y que lo primero que podríamos hacer es ver nuestra ceguera... porque admitámoslo, ninguno de nosotros quiere admitir algo así, es doloroso, nos daña el ego. Te daña el ego que te digan tonto, te daña el ego que te digan “eres ganado”, “eres masa”. Te daña el ego ser comparado con el triste personaje que ve televisión y que compra, y que su vida se limita a comprar...

Es doloroso admitir que todas nuestras relaciones sociales son representables a través de curvas de oferta y demanda. Hasta ese punto hemos llegado, y eso no es nada.

Hay algo que no queremos ver, ya sea por orgullo o por pura flojera. Nuestra mente está moldeada de una forma muy bien planeada, estamos lejos de tomar las riendas y guiar esta sociedad a alguna utopía, y con estas razones podemos llegar a la siguiente conclusión: “Solo podríamos llegar a saber que nada sabemos, y ni de eso estaríamos cerca de tener idea”, ya que nuestro daño intelectual y cultural es tan severo, que desconfío de la capacidad de cualquier medio masivo para cambiar nuestra actitud frente a nuestro modelo social, dentro del cual radica absolutamente todo lo que podemos considerar nuestro.

Entonces ¿qué más nos queda?... como dijo Ray Charles: “Veamos”:

Vivimos en un sistema neoliberal, competitivo, individualista y peligrosamente globalizado. Nada nuevo, todos creemos tener la noción de que esto es algo terriblemente negativo, sin embargo, es necesario repetirlo una vez más, ya que esto implica que la única forma de resaltar por sobre los demás, es usándolos como peldaño. No existe la confianza, es un valor pasado de moda, cualquier intento de movimiento en conjunto es rápidamente aplastado por las autoridades y los medios, o más fácil aún, es ignorado. Para nosotros, las puras e inocentes criaturas del recóndito colegio Raimapu, esto puede ser derechamente una mentira. Tratemos de ver el tema a escala global:

¿CÓMO CRESTA SE SUPONE QUE VAMOS A HACER UNA VERDADERA REVOLUCIÓN EN ESTAS CONDICIONES?

La respuesta quizás sea... de a uno.
...
...
¿Perdón?

La revolución personal consiste en lo siguiente: los movimientos sociales están bloqueados, los medios de comunicación están copados de basura corrosiva que nos ablanda el cerebro sin que nos demos cuenta (a nosotros, que nos agarró desde antes de nacer, en teoría nos tiene cagadísimos) ¿Qué tipo de revolución puede llevar a cabo un pueblo que ve Mekano? ¿La revolución perreo? (Lo peor de todo es que, si por ejemplo, se prohibiera bailar reketon, SÍ, lo harían.) Y si no hay apoyo, si no hay compañía, ¿qué nos queda?... Nosotros mismos, por patético que pueda sonar. Solo nos queda prepararnos para un movimiento sólido, focalizado, bien planteado, que no consista solo en romper todos los vidrios, sino también en buscar métodos concretos de entregar un mensaje, crear nuevos medios, o más bien métodos, de comunicación. Vivimos en una época falta de ideas, porque un par cabrones amarretes no las quieren compartir. Nuestra sociedad se traduce en una pelea entre dos niños de jardín infantil: uno fuerte, pero sumiso, y el otro astuto.

Revolución personal, revolución personal... déjame ver si entendí, primero dices que durante toda la historia, todos juntos no hemos podido hacer nada, ¿y luego dices que lo puedo hacer yo solo, cierto? ¿Qué tengo que hacer, subirme a un avión y estrellarlo contra la casa blanca?...

Si esa es la mejor forma que encuentras de hacer la revolución, puede ser, aunque sería una verdadera lástima, porque significaría que seguimos sin entender nada.

En síntesis: estamos vacíos, antes que nada debemos llenarnos de inquietudes y buscar todas las respuestas que podamos encontrar. Provocar en nosotros mismos un proceso intelectual que conduzca a aluna parte racional (o sentimental, como sea), buscar métodos nuevos y creativos de transmitir un mensaje masivo claro y de peso. Ampliar nuestro horizonte, para así tener una dirección definida. En pocas palabras: ver para poder avanzar.
Lo que propongo es muy poco concreto, pero tengo la convicción de que es diametralmente opuesto a lo que hacemos siempre, y ojalá, opuesto también a lo que la nobleza quiere que hagamos.